miércoles, 11 de noviembre de 2009

Mujer y discapacidad.

Autora: Silvia Mirta Valori

Ser mujer y tener “discapacidad” son dos factores que, aliados, aumentan el sexismo, la precariedad laboral, el analfabetismo y la violencia.

Las mujeres con “discapacidad” se encuentran actualmente con un alto nivel de desempleo, salarios inferiores, menor acceso a los servicios de salud, mayores carencias educativas, escaso o nulo acceso a los programas y servicios dirigidos a mujeres en general, mayor riesgo de padecer situaciones de violencia y todo tipo de abusos; y esta realidad se agrava por las dificultades para lograr modificaciones y/o cambios culturales tales como los hábitos, las creencias y los estereotipos que forman prejuicios tanto a nivel familiar como en lo social.


Las mujeres con discapacidad conforman un grupo social que soporta la invisibilidad ( = no visibles = no existen) y el aislamiento.

Es significativo destacar la importancia de la imagen social de la mujer con discapacidad y su autopercepción. La influencia de la “discapacidad” en la imagen corporal de la mujer, que no se ajusta a los cánones de belleza femeninos que los medios de comunicación crean y difunden. Tanto este canon como el ideal a conseguir contribuyen a disminuir su autoestima .

En las asociaciones o grupos o reuniones de mujeres, son vistas como personas dignas de lástima, estimadas como “inferiores” o “sufrientes”, y no son percibidas como mujeres, o sea que no entran tampoco en la categoría de lo que es “ser mujer” para la mujer misma.

En las asociaciones o grupos de varones, (llámense empresas, organizaciones) tampoco son consideradas ni incluidas, por lo que he expresado más arriba: no han sido preparadas ni formadas y, lo más importante, no cumplen con el estereotipo de “mujer adorno” ni con “la buena presencia”.

En las asociaciones de personas con discapacidad no llegan a ocupar puestos jerárquicos, son vistas en un nivel inferior o como "esposas", se las busca para preparar y servir el café, atender el teléfono, enviar cartas, pero no a la hora de tomar decisiones.

Han sido excluidas desde siempre y de todos los grupos sociales.

Quiero establecer que se habla, y recalco SE HABLA, de un cambio de paradigma o de modelo, porque aún falta para que las mujeres con “discapacidad” sean pensadas, nombradas, incluidas e integradas, en igualdad de condiciones a las de todas las demás personas.

Tanto el aislamiento como la segregación general a la que se las somete por ser mujeres y tener discapacidad, se convierten en situaciones generadoras de violencia, y por lo tanto quiénes conocemos la temática en profundidad reclamamos que las mujeres con discapacidad se incorporen en igualdad de condiciones y con los mismos derechos que el conjunto de mujeres en las políticas nacionales y en los planes y programas, que se asigne presupuesto para trabajar por esta imprescindible inclusión, que se las visibilice y se tomen todas las medidas necesarias para hacer efectiva y real esta transformación cultural.